Con el término burguesía se designaba a aquellas personas que residían en los burgos o ciudades, desarrollando tareas típicamente urbanas, y diferenciadas de las agrícolas-ganaderas. Es decir, se dedicaban principalmente a ser mercaderes, artesanos o ejercientes de las denominadas profesiones liberales.
En la Edad Media el desarrollo del comercio fue incipiente, y no bien visto por la iglesia, ya que el fin de lucro le restaba a esa actividad carácter ético. A partir del siglo XI la gente comienza a desplazarse del campo a las ciudades, originando gran cantidad de población burguesa, alguna muy enriquecida, sobre todo la constituida por los poderosos comerciantes y banqueros.
Los comerciantes eran más considerados que los artesanos, trabajaban menos y ganaban más. Pero por lo común estaban organizados como ellos en profesiones. Las principales eran las de pañeros, fabricantes de paños; los comerciantes, que servían de banqueros; los merceros, que vendían todos los artículos venidos de lejos (más tarde se formó un gremio de especieros).
Los burgueses más respetados eran los comerciantes enriquecidos y los propietarios establecidos en la ciudad. En Francia, en Italia y en algunas ciudades de Alemania vivían como nobles, se armaban como caballeros y habitaban una casa fortificada. En Alemania se hacían llamar señores o patricios.